Ajo y ajos frescos

En relación con la salud

Las excelentes cualidades diuréticas, depurativas, antisépticas y antibacterianas del ajo son ampliamente conocidas y divulgadas. De hecho, el ajo se ha utilizado desde muy antiguo en el tratamiento de diversas afecciones.

Las investigaciones sobre el ajo dan su fruto más relevante en los años 40 del pasado siglo XX. El doctor Arthur Stoll, un médico suizo ganador del Premio Nobel, da a conocer uno de los componentes básicos del ajo: una sustancia llamada aliina, el componente "madre" del que deriva la sustancia activa, la alicina, cuyo poder bactericida fue descubierto en 1944. Desde entonces, y sobre todo en estos últimos años, las investigaciones se han multiplicado y, hoy por hoy, se puede, con el respaldo de la ciencia, asociar el consumo de ajo con determinados efectos beneficiosos para nuestra salud.

Potente depurativo

El ajo crudo tiene propiedades antisépticas, fungicidas, bactericidas y depurativas.

Ayuda a combatir un buen número de hongos, bacterias y virus.

Aumenta las secreciones bronquiales por lo que se le atribuyen propiedades expectorantes y desinfectantes. Resulta, por tanto, muy útil en el tratamiento de las congestiones y en las infecciones respiratorias como los catarros o resfriados.

Su consumo se recomienda en caso de parasitosis intestinales, disenterías y otros infecciones gastrointestinales.

Prevención cardiovascular

El consumo frecuente de ajo provoca vasodilatación, aumento del diámetro de los vasos sanguíneos, por lo que la sangre fluye con más facilidad y disminuye la presión, con lo que mejora la circulación sanguínea. Asimismo, el consumo habitual de ajos ha demostrado efectos beneficiosos en el tratamiento de la hipercolesterolemia y los niveles altos de triglicéridos, ya que permite la reducción del nivel de lípidos en sangre. Además, el ajo es reconocido por su efecto diurético, de ahí que su consumo habitual sea muy recomendable en caso de hipertensión y riesgo cardiovascular (riesgo de infarto, arteriosclerosis, trombosis).

Prevención de tumores

Algunos trabajos científicos relacionan las propiedades el ajo con la prevención de procesos tumorales. Un estudio realizado por el Departamento de Gastroenterología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid indica que la solución acuosa de ajo morado inhibe el "Helicobacter pylori", bacteria asociada a una mayor incidencia de úlcera gastroduodenal y cáncer gástrico. Por otra parte, un trabajo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, en Estados Unidos, muestra que las personas que consumen ajo crudo o cocinado con regularidad reducen a la mitad el riesgo de padecer cáncer de estómago y en un tercio el de cáncer de colon en comparación con las personas que consumen poco ajo.

Estimulante del apetito

Consumir ajo de forma habitual estimula las mucosas gastrointestinales, provoca así un aumento de las secreciones digestivas y de la bilis. Esto se traduce en una mejor preparación del tracto digestivo para la digestión de los alimentos.

No obstante, para quienes sufren de estómago delicado o hipoclorhidria (escasez de ácido gástrico en el estómago), el consumo de ajo crudo o frito les puede resultar indigesto y generar ardor. Asimismo, un consumo excesivo de ajo crudo puede provocar ardores de boca y de esófago, y, por vía tópica, dermatitis de contacto. Además, el ajo crudo goza de pocas simpatías. Las razones son su fuerte sabor, su penetrante olor, y el hecho de que repite y provoca un mal aliento que se mantiene varias horas después de haberlo consumido.

Contraindicaciones

A pesar de sus múltiples beneficios, el ajo está contraindicado en determinadas situaciones. Dado que tiene efectos anticoagulantes, el consumo excesivo de ajo debe evitarse en caso de hemorragias o si se va a someter a una operación quirúrgica, puesto que aumenta el riesgo de sangrado. En cuanto a las posibles interacciones con otros fármacos, puede elevar el riesgo de sangrado si se administra junto a anticoagulantes como el ácido acetilsalicílico u otros. Tampoco es recomendable su consumo exagerado si se sigue un tratamiento con hipoglucemiantes, dado que el ajo acentuaría la hipoglucemia.

Durante el embarazo y la lactancia se aconseja evitar el consumo de grandes cantidades de ajo, ya que puede estimular el útero o provocar incluso un aborto.

Formas de administración

Los productos comerciales pueden contener ajo fresco, seco o aceite de ajo. No obstante, se desconoce el tipo de producto que resulta más eficaz, ya que la mayor parte de los resultados de los ensayos clínicos dependen del preparado empleado. La cantidad de alicina en los preparados comerciales puede variar, por lo que hay que recordar que no todos los preparados tienen la misma cantidad de principios activos. También existen productos que eliminan el olor del ajo, pero limitan sus efectos beneficiosos sobre la salud. Por otra parte, los procesos de fermentación eliminan la mayor parte de los componentes activos del ajo. Es por ello que los investigadores afirman que los beneficios del ajo no se extienden a los complementos de ajo que se comercializan. Puede que se deba a que los ingredientes activos se destruyen durante el proceso de conservación o al permanecer tanto tiempo almacenados. También podría deberse a que algunas personas que lo consumen ya están enfermas. Los motivos reales aún se desconocen.